Por:
Cisneros Laguna, Miguel Ángel / Martínez Reyes, David / Ruiz Madrid, Mario / Rodríguez Orozco, Francisco Arturo
Corrección, edición y coautoría: Grupo
de edición Trozos de Infinito.
TV Static. Por TBH-1138 |
Desperté en un pasillo extraño, no sabía
cómo ni por qué llegué ahí, apenas sabía quién era. Me puse de pie. Detrás de
mí había un muro, igual a los lados, solo tenía una opción para avanzar. Caminé
durante un rato, a mi paso veía objetos de todo tipo: juguetes, herramientas,
materiales, cosas que ni siquiera tenía idea de cuál pudiera ser su uso. No
estaba como para ponerme a jugar, o averiguar cuál podría ser el uso de los
objetos extraños, por lo que los ignoré por completo.
Después de un largo
tramo el camino se dividió, había dos opciones. Elegí una sin revisar la
lejanía, solo impulsé mi cuerpo sin pensar en uno de ellos. Pronto me encontré
con un obstáculo. No era muy importante, sabía que con algo de esfuerzo lo
podría cruzar, pero no tenía ganas de usar mi energía innecesariamente por lo
que decidí dar media vuelta y revisar el otro camino.
Fue entonces que me
percaté, detrás de mí había un muro bloqueando el camino por el que llegué
¿Cómo es que había aparecido ese muro de la nada?
Sin más opción que
avanzar, continué hacia adelante, crucé aquel obstáculo y seguí caminando. Poco
después encontré algo de comida y más objetos aleatorios. Solo comí y continúe
sin revisar lo demás.
Me encontré con un
nuevo obstáculo, esta vez me tomaría un gran esfuerzo cruzarlo. Intenté varias
veces, pero no lo lograba, fue entonces que vino a mi mente la imagen de
algunos de los objetos que estaban regados en el suelo los cuales me habrían
facilitado el trabajo. No me servía de nada recordarlos, pues el muro me seguía
a cada paso y no me dejaba volver a buscarlos.
Después de mucho tiempo
y esfuerzo logré cruzar. Estaba exhausto y tenía mucha hambre. De pronto a lo
lejos vi una mesa llena de alimentos. Sin pensar corrí hacia ella. Comí y bebí
hasta que no pude más.
A partir de ese momento
fui más despacio. Revisaba detenidamente los objetos que encontraba, y recogía
aquellos que creía me serían de ayuda. Cada vez que me encontraba con un
obstáculo, venía seguido de una comida. Mientras más difícil era el obstáculo,
más grande era el banquete.
Cada vez había más
caminos. Aprendí a diferenciar la dificultad de los caminos frente a mí.
Caminaba a los sencillos cuando estaba cansado, y a los complicados cuando
deseaba una buena comida. Seguí durante mucho tiempo. Me di cuenta de que me
había acostumbrado a mi situación.
Fue entonces que
comencé a notar que mi fatiga crecía día
a día y no se iba, aunque durmiera. Ya no podía más, mi cuerpo era pesado, mis
pulmones débiles y mis energías escasas.
Poco después me
encontré con una puerta. Estaba muy nervioso, tan ansioso que creí que me
desmayaría pues, en todo el tiempo que estuve aquí, jamás hubo ni una sola
puerta. Me armé de valor y entré de golpe, pero, no había nada, solo un sillón frente
a un televisor apagado, un reproductor de cintas y montones de comida.
En el momento en que
entré, la puerta desapareció detrás de mí. Me puse a inspeccionar el lugar y
encontré una cinta que, sin nada más que hacer, la reproduje en la
televisión para enterarme que esta era
una película de mi camino hasta aquí. Quedé aterrorizado al enterarme que el
final de la película era el momento en el que crucé aquella puerta.
Lunes 15 de octubre de 2018