jueves, 19 de diciembre de 2013

Venganza

Cientos de gusanos treparon por el tronco de los árboles para secretar hilos hasta formar capullos que, al llegar la primavera, se abrieron eyectando mariposas. Un pollo observó con envidia ese fenómeno. Dejo de jugar con sus compañeros y anheló también tener alas para volar de flor en flor. «Si esos bichos asquerosos pueden transformarse en seres bellos, ¿Por qué yo no?» recogió pedazos de tela, hilachas, fibras secas, cáñamo. Trepó a un olmo, se envolvió en su material y, protegido por una rama, comenzó a dormir, esperando convertirse en mariposa. Paso el tiempo. Torturado por la sed y el hambre, despertó. Rompió los estambres a picotazos: no era ni una mariposa ni un pollo, se había transformado en gallo. Decepcionado, regresó al gallinero. Sus compañeros, correteando el día entero bajo el sol, bien alimentados, cacaraqueaban como campeones, buscando pelea. El, pálido, mal nutrido, no pudo hacerles frente. Fue picoteado y despreciado. Culpó a las mariposas de todos sus males y corrió hacia el bosque, decidido corrió a destruir cada capullo que encontrara.

(Alejandro Jodowsky)

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